Nadie sabe de lo que somos capaces, hasta que algo o alguien despierta al monstruo que llevamos dentro.
Oviedo, 1948. Durante los duros años de la posguerra, en una ciudad que como el resto del país intenta recomponerse, el padre Arteaga, un joven sacerdote con graves conflictos personales, pero con un brillante futuro por delante, intentará huir de las intrigas políticas y eclesiásticas que se ciernen sobre él, pero no podrá escapar de los enredos de la sensual señorita Peláez, ni de los misterios que le rodean, como los que oculta la discreta y reservada maestra en esa llave de la que nunca se separa. Pero sobre todo se sentirá atraído por los extraños habitantes de la casona de los Osorio: el desfigurado Bastián al que su padre, don Pelayo, mantiene encerrado como si fuera parte de su colección de mariposas, o la inquietante Llara con su belleza sobrenatural.
Decidido a descubrir la verdad sobre la familia de don Pelayo, el padre Arteaga se verá atrapado en un laberinto de mentiras, miedos y oscuros secretos que desvelarán una historia sórdida, oscura y siniestra, como una inquietante flor negra en medio de un jardín.
Hay autores que sabes que no te decepcionarán, pues su personal estilo y lo que transmiten a través de sus historias suele perdurar con el tiempo. Ana Rosenrot me conquistó con "La hija del sepulturero" y a día de hoy sigo recordando con mucho cariño su historia, y estoy segura de que con esta nueva historia me volverá a pasar lo mismo. Es una autora a tener muy en cuenta.
OPINIÓN:
En un día lluvioso y gris en Oviedo, el padre Arteaga es requerido por el obispo con la intención de comunicarle que tendrá que compaginar sus estudios universitarios con el apoyo al cura de una de las parroquias vecinas. Probablemente no se imagina lo que determinará esta decisión en su vida.
Dará un respiro a Don Toribio, el cura de la iglesia, encargándose de algunas misas de domingo o de las confesiones de las beatas más fieles, pero también de la enseñanza de latín a Bastian Osorio, el hijo de uno de los caciques y un niño especial. Pues Bastian trata de mantener una conducta que va en consonancia con el monstruo que parece, ya que la mitad de su cara se encuentra desfigurada por una grave quemadura. Será en la casa de los Osorio donde conozca a la profesora Nieves, una mujer gris, sencilla y callada que arrastra su propia penitencia, o a Don Pelayo Osorio, el padre de Bastian, un hombre marcado por la muerte de las mujeres de su vida.
Pero el joven Arteaga además de encargarse de sus obligaciones religiosas también tendrá tiempo para relacionarse con algunas de las familias más pudientes, y entre ellas destacará la figura de Araceli Peláez. Una joven, que ante la sorpresa de encontrarse con un cura joven y apuesto, no dudará en utilizar sus encantos para seducirle.
Esta trama ambientada en el año 1948, que recoge una gran variedad de personajes, se alternará con otra que comienza en 1936 en plena guerra civil en Madrid. En esa época Pablo todavía vive con sus padres, ambos obreros y con ideas de izquierdas, tratan de inculcar a su hijo unos valores basados en el respecto. Pero las cosas se complicarán en casa, Pablo siendo muy joven tendrá que abandonar su hogar para irse a Barcelona, lo que determinará su destino y su propia penitencia personal.
En una ambientación gris y lluviosa, su autora refleja a la perfección los años tras la guerra civil. Las miradas de odio y rabia de las heridas que se mantenían abiertas, las ideas contrarias a un régimen franquista que no dudaba en utilizar a la policía para infundir miedo a través de las detenciones constantes. Pero también el fervor religioso de esos años, que parecía contrastar con las tradiciones y supersticiones paganas.
Como ya hiciera en "La hija del sepulturero", Ana crea una historia coral, en la que destacan las relaciones de personajes bondadosos con otros más oscuros que ocultan secretos, y cuyas traiciones acaban por sacar sus instintos más salvajes. Y en el centro de todas esas rencillas estará Pablo Arteaga, el joven cura, que no puede dejar de pensar en el halo de misterio y secretismo que rodea a la historia de los Osorio, y sobre la que no dudará en indagar adquiriendo su lectura una tensión y ritmo constantes.
"El jardín de las flores negras" es fiel a su nombre y nos muestra los cambios que pueden provocar el odio y la venganza que se instalan en los corazones de las personas. Cómo una persona puede evolucionar y convertirse en una flor negra. Su lectura destaca por su variedad de personajes, por el enredo en el que todos se ven envueltos sacando lo peor de cada uno. Y alrededor de todos ellos se encuentra Pablo, que fiel a sus ideas tratará de buscar justicia donde nadie se la pidió.
En un día lluvioso y gris en Oviedo, el padre Arteaga es requerido por el obispo con la intención de comunicarle que tendrá que compaginar sus estudios universitarios con el apoyo al cura de una de las parroquias vecinas. Probablemente no se imagina lo que determinará esta decisión en su vida.
Dará un respiro a Don Toribio, el cura de la iglesia, encargándose de algunas misas de domingo o de las confesiones de las beatas más fieles, pero también de la enseñanza de latín a Bastian Osorio, el hijo de uno de los caciques y un niño especial. Pues Bastian trata de mantener una conducta que va en consonancia con el monstruo que parece, ya que la mitad de su cara se encuentra desfigurada por una grave quemadura. Será en la casa de los Osorio donde conozca a la profesora Nieves, una mujer gris, sencilla y callada que arrastra su propia penitencia, o a Don Pelayo Osorio, el padre de Bastian, un hombre marcado por la muerte de las mujeres de su vida.
Pero el joven Arteaga además de encargarse de sus obligaciones religiosas también tendrá tiempo para relacionarse con algunas de las familias más pudientes, y entre ellas destacará la figura de Araceli Peláez. Una joven, que ante la sorpresa de encontrarse con un cura joven y apuesto, no dudará en utilizar sus encantos para seducirle.
Esta trama ambientada en el año 1948, que recoge una gran variedad de personajes, se alternará con otra que comienza en 1936 en plena guerra civil en Madrid. En esa época Pablo todavía vive con sus padres, ambos obreros y con ideas de izquierdas, tratan de inculcar a su hijo unos valores basados en el respecto. Pero las cosas se complicarán en casa, Pablo siendo muy joven tendrá que abandonar su hogar para irse a Barcelona, lo que determinará su destino y su propia penitencia personal.
En una ambientación gris y lluviosa, su autora refleja a la perfección los años tras la guerra civil. Las miradas de odio y rabia de las heridas que se mantenían abiertas, las ideas contrarias a un régimen franquista que no dudaba en utilizar a la policía para infundir miedo a través de las detenciones constantes. Pero también el fervor religioso de esos años, que parecía contrastar con las tradiciones y supersticiones paganas.
Como ya hiciera en "La hija del sepulturero", Ana crea una historia coral, en la que destacan las relaciones de personajes bondadosos con otros más oscuros que ocultan secretos, y cuyas traiciones acaban por sacar sus instintos más salvajes. Y en el centro de todas esas rencillas estará Pablo Arteaga, el joven cura, que no puede dejar de pensar en el halo de misterio y secretismo que rodea a la historia de los Osorio, y sobre la que no dudará en indagar adquiriendo su lectura una tensión y ritmo constantes.
"El jardín de las flores negras" es fiel a su nombre y nos muestra los cambios que pueden provocar el odio y la venganza que se instalan en los corazones de las personas. Cómo una persona puede evolucionar y convertirse en una flor negra. Su lectura destaca por su variedad de personajes, por el enredo en el que todos se ven envueltos sacando lo peor de cada uno. Y alrededor de todos ellos se encuentra Pablo, que fiel a sus ideas tratará de buscar justicia donde nadie se la pidió.